Uruguayos en el exterior
Brian Rodríguez es rock & roll

Brian Paul Rodríguez (Tranqueras, Uruguay) tiene un amplio bagaje a sus espaldas sin haber llegado a la veintena. El extremo ya sabe lo que es liderar a un club tan grande como Peñarol, hacer las maletas rumbo a Los Ángeles para enrolarse en las filas de uno de los mejores equipos de la MLS y, sobre todo, compartir ataque con Luis Suárez y Edinson Cavani en la selección uruguaya.
Nada de eso le pesa. Es más, diría que nació para desenvolverse en escenarios de máxima presión. Comparte nombre de pila con uno de los mayores íconos de la historia del rock & roll, y no creo que sea casualidad. Lo tiene en su ADN. Si su estilo de juego fuese un género musical, sin dudas sería ese. De hecho, también su ‘look’ lo es. Vertiginoso, atrevido, ágil, incombustible, sin pausa.
Hubo un tiempo en el que Uruguay proliferaron grandes extremos, pero esos años quedaron lejos. Por ello la aparición de Brian Rodríguez fue una bendición para Óscar Washington Tabárez. Era el componente que necesitaba la Celeste en ataque, esa dosis de velocidad y verticalidad para suplir la ausencia de creatividad en los metros finales. Tras un Mundial sub-20 en el que fue la figura indiscutible de los charrúas, le llegó la oportunidad con la mayor.
Y lo cierto es que no decepcionó, ni mucho menos. De hecho, en seis apariciones y poco más de 360 minutos de juego, ya ha perforado las redes tres veces con Uruguay. Sus primeras veces fueron sin las figuras de Suárez y Cavani en el once, y no se amilanó. Como si llevase años en la selección, asumió la responsabilidad de llevar el peso ofensivo desde el primer momento.
Lo mismo sucedió en Peñarol, donde debutó con apenas 17 años ante Danubio. Tardó un poco más en encontrar continuidad, y cuando lo hizo despuntó definitivamente. El riverense lideró a los carboneros al triunfo en el Campeonato Uruguayo, y fue en la Copa Libertadores donde demostró ir totalmente en serio. Su partido en Maracaná ante Flamengo (victoria por 0–1) fue absolutamente consagratorio. Ese día lo hizo todo bien. Se quedó sin energías por su despliegue en defensa, y creó peligro siempre que entraba en contacto con el esférico
26 partidos le bastaron para ganarse el pesado número 10 de Peñarol. Tres goles, nueve asistencias y una decena de millones de dólares después, voló rumbo a Estados Unidos. Allí, siguió demostrando todo su repertorio. Eso sí, no ha logrado incidir tanto desde el punto de vista cuantitativo (2 asistencias en 13 encuentros). No es un hecho demasiado preocupante, ya que las sensaciones que deja siguen siendo fantásticas. De hecho, había comenzado con fuerza (y varios goles) la pretemporada 2020 antes del desafortunado parón que estamos viviendo.
La principal virtud de Brian Rodríguez es la velocidad. Es el motor de su juego, y es esa aptitud la que potencia al resto. El extremo es endiablado, gana en carrera a prácticamente todos los rivales con los que se enfrenta, y tiene un control sobre ella. Tiene una razón de ser. Utiliza frecuentemente cambios de ritmo para desequilibrar y convertirse en indescifrable. Esa aceleración que posee lo convierte en una auténtica pesadilla para las defensas, que no suelen predecir sus desmarques, ya sean por el carril interno o por fuera.
Este aspecto se suscribe a su toma de decisiones, bastante desarrollada para su edad. Es un futbolista inteligente que suele elegir las mejores opciones en poco tiempo, tanto en ataque como en defensa. Sigue teniendo esa dosis de individualismo que debe poseer un jugador de sus características, mas no es egoísta. De hecho, da más goles de los que hace él mismo. Siguiendo con aspectos psicológicos, es un auténtico líder. No le pesa la presión de los grandes escenarios, se crece. Juega mejor cuando sabe que es responsable de las alegrías o decepciones de medio país.
El atacante tiene herramientas para complementar su explosividad. Y aquí entra en juego otra de sus cualidades principales: la habilidad con balón. El de Tranqueras tiene una facilidad innata para el regate. Yo diría que incluso te regatea por inercia. No es un futbolista de demasiadas filigranas ni ‘magia’ estrictamente dicha. En su lugar, su dominio excelso de la rendonda le aporta útiles herramientas para superar rivales. Controla los espacios cortos, sabe cómo salir de situaciones complicadas. Y por si fuera poco, utiliza bien su cuerpo para realizar engaños con fintas o amagues en el momento oportuno.
Fino en los controles, suelen ser un arma para sacar ventaja desde el momento en el que recibe. Otro aspecto recalcable de su juego es que pese a ser extremo suele inmiscuirse en zonas centrales para participar. Brian no se siente incómodo allí, de hecho esa es una de las ventajas que le encuentra a jugar a pierna cambiada sobre el costado zurdo del campo. Y es que es parte de la forma en la que entiende este deporte. Siempre tiene entre ceja y ceja el área rival, allí llega con frecuencia ya sea pisándola o filtrando pases a las espaldas de los defensas.
Sin ser su punto fuerte, tiene una buena capacidad para definir. Su golpeo con la derecha es respetable, aunque puede mejorar (y es probable que lo haga con el paso del tiempo). En cuanto a su rango de visión, suele elegir pases en corto y solo arriesga para verticalizar con envíos a las espaldas de los defensores. Los centros no son su tipo de jugada preferida, Sin embargo, los ejecuta con precisión. Brian suele optar por llegar a los metros finales por el centro, haciendo movimientos diagonales que compliquen a la zaga y lo acerquen a la meta rival.
Ya dije que era un chico con alto coeficiente futbolístico, y lo demuestra con y sin balón. Cuando no está en contacto con él, sigue pendiente del desarrollo del partido. Ello le permite obtener un rendimiento óptimo en las transiciones defensa-ataque, con un dominio de los desmarques y el timing destacable. Ahí por supuesto entran en juego sus dotes físicas, que lo ayudan a obtener superioridad.
Su posición, y sobre todo su mentalidad, lo hace ser partícipe sobre todo en la fase de finalización, aunque no le importa retroceder metros para aportar en la de creación dado su nivel asociativo. En cuanto a su actitud defensiva, es impoluta. No duda en desfondarse en las coberturas y su activación tras pérdida es notable.
Brian Rodríguez no es un jugador perfecto. Todavía puede crecer, sobre todo aumentando sus cifras productivas con una mejora de su disparo y último pase, midiendo mejor los esfuerzos defensivos y terminando de pulir la toma de decisiones, pero es uno de los mayores prospectos de atacantes de Sudamérica.
Es idóneo para equipos que prefieran la velocidad que el control, que potencien sus cualidades en contextos de poco equilibrio y muchas transiciones. Ya sea en 1–4–3–3 o 1–4-4–2 (ha demostrado fácil adaptabilidad a diferentes sistemas, tanto desde la izquierda o la derecha), y que le den especial importancia a los extremos. Está hecho para ser protagonista.
-
Españoles por el mundo2 semanas ago
Carcedo. «Salir al extranjero te hace mejorar como entrenador»
-
Españoles por el mundo5 días ago
Paco Alcácer. «Esto no es un paso atrás. Vengo a disfrutar del fútbol»
-
Españoles por el mundo2 semanas ago
Borja Galán. «Salir de España te abre la mente»
-
Españoles por el mundo4 días ago
UCL. Antonio Hurtado, el español que salvó de la quiebra al Unión Berlín
-
Españoles por el mundo2 semanas ago
David Català. «Hasta que no te echan cuatro o cinco veces no eres entrenador»
-
Españoles por el mundo6 días ago
NWSL. La afición del Gotham ya conoce a Esther González
-
Españoles por el mundo1 semana ago
VÍDEO. Escándalo de amaños en Bolivia: «No sabes cuándo te van a vender»
-
Españoles por el mundo1 semana ago
Israel Puerto. «En Arabia, el choque cultural es grande»