Españoles por el mundo
Pablo Rodríguez: «No me planteo volver a España hasta que me retire, fuera me valoran muchísimo más»
Dieciséis equipos y once países en doce años como profesional. Son las espectaculares cifras de la carrera profesional de Pablo Rodríguez Aracil. Unos registros que convierten al delantero valenciano en todo un trotamundos del fútbol, en un migrante del balón con mayúsculas. Una trayectoria que difícilmente hubiese previsto ni él mismo cuando comenzó a dar sus primeros pasos como jugador en las categorías inferiores del Valencia. En la cantera del conjunto ché llegó a coincidir con futbolistas de la talla de David Silva, Raúl Albiol, Vicente Guaita o Nolito, entre otros. Además, durante su etapa como juvenil llegó a enfrentarse a Leo Messi en un partido en el que ambos marcaron un tanto. “Cuando jugué contra Messi ya se oía hablar de él, pero nunca pensé que fuese a convertirse en lo que es hoy en día. Tengo el gran honor de haber podido jugar contra él”, recuerda. Del filial valencianista pasó por varios clubes españoles como el CD Oliva, el Almería B o el Toledo, antes de iniciar su primera aventura lejos de nuestras fronteras.
Inglaterra fue su destino, en concreto el Gillingham, un modesto equipo que disputaba la Football League Championship, la Segunda divisón inglesa. Fue una experiencia breve, apenas cuatro meses, pero productiva. “ Sobre todo aprendí inglés y me sirvió para conocer una nueva cultura”, asegura. Una de las cosas que el futbolista valenciano recuerda con más cariño e ilusión es el haber podido entrenar durante un mes con el Bolton. “Tenía 19 años y coincidí con gente como Nicolas Anelka, Iván Campo, Ian Walker, o Kevin Nolan, fue una gran experiencia”, rememora.
Desde Inglaterra hizo las maletas rumbo a Chipre tras aceptar la oferta del Ethnikos Achnas. Sin embargo, la situación económica del club hizo que Pablo Rodríguez no permaneciese mucho tiempo allí. “Me pilló de joven, me fié de una gente pensando que todo va a ir bien y cuando llegué allí el equipo nunca cumplió con el salario que me prometieron”, recuerda. Después de retrasarse con los pagos y dejándole a deber más de dos decidió marcharse. “En ese momento yo necesitaba ese dinero, el club no cumplió lo que pactó conmigo y decidí volver a España”, afirma.
No obstante, la peor experiencia futbolística de Pablo Rodríguez todavía estaba por llegar. Se produjo en Rumanía, en el Sportiv Club Dacia. “Fui con todas las ganas del mundo, entrenaba a muerte, pero allí había muchísima presión por parte del dueño del club, que llegó incluso a amenazarme con despedirme si no marcaba”, se lamenta. Los problemas sufridos primero en Chipre y posteriormente en Rumanía no cambiaron su objetivo de querer triunfar lejos de España. Por este motivo, el de la capital del Turia se marchó a Irlanda para jugar en el Bray Wanderers. “Era un club muy familiar y me trataron genial, en Dublín pasé una etapa totalmente diferente y muy satisfactoria en el plano personal”, afirma. Lo que más impresionó al ariete fue la afición, “jugábamos en un estadio muy pequeño, siempre se llenaba y la verdad es que la gente me quería muchísimo”.
Tras una temporada en el fútbol irlandés Pablo Rodríguez regresó a España, donde jugó en el CD La Muela y en el Rayo Cantabria, el tiempo que tardó en recibir una nueva llamada, en esta ocasión de lo más exótica. Un compañero estadounidense le animó para que se fuese a la India y de esta manera firmó con el United Sikkim y se convirtió en el primer español en jugar en el país asiático. De la India se fue a Honduras, al histórico CD Marathon, y de ahí a Filipinas, donde siguió demostrando su olfato goleador en las filas del Kaya FC. En los siete primeros encuentros logró seis dianas, hasta que una desafortunada lesión en el brazo le apartó de los terrenos de juego durante casi dos meses.
De la Primera división filipina se marchó a jugar a la Segunda división de Noruega con el Brumunddal y cuando llegó el frío invierno nórdico decidió probar suerte en Maldivas y disputar la AFC Cup con el Maziya. “En India, Honduras, Filipinas o Maldivas todo es muy diferente con respecto a jugar en Europa, tanto en clima como en el estilo de juego, entrenamientos e intensidad; pero en general el nivel futbolístico es muy similar”, indica.
Sin embargo, de todos los países en los que Pablo Rodríguez ha jugado tiene claro que se queda con su actual destino: el Persepam Madura United de Indonesia. “Hay muchísima pasión por el fútbol, es una fiebre. Los estadios siempre están llenos, todos lo partidos son retransmitidos por televisión y los aficionados te paran por la calle, te piden fotos, te siguen en Instagram o en Facebook… es una auténtica locura”, sostiene. Pablo Rodríguez se encuentra perfectamente aclimatado en su última aventura y, además de asistir a los entrenamientos diarios, su tiempo libre en Indonesia reconoce que lo dedica a descansar, a leer, a ir al gimnasio o a salir a pasear. “Disfruto con todo tipo de cosas que tengan que ver con el ocio al aire libre o simplemente hablando con mi familia”, explica. Una familia que, por ahora, tendrá que esperar para verlo asentado de nuevo en nuestro país. “No me planteo volver hasta que no me retire. Fuera de España tengo un buen curriculum y me valoran muchísimo más”, afirma.
Comenzó sus aventuras lejos de nuestras fronteras cuando comenzaba la crisis, que le obligó a buscar mejores opciones en el extranjero. “La verdad es que no me arrepiento. Ahora mismo en España el fútbol en Segunda B está muerto, salvo algún equipo puntual, y en otros países ganas dinero como si jugases en la Segunda división española”, comenta. Su propia experiencia hace que anime al resto de jugadores a seguir su ejemplo, “en la actualidad somos muchísimos los españoles que estamos emigrando y buscando mejores opciones. Me alegra ver que cada día más y más jugadores salen fuera de España para cumplir sus sueños de ser futbolistas profesionales”.
Personalmente, el delantero valenciano tiene muy claro que quiere seguir conociendo nuevos países y nuevas competiciones. “He jugado en tres continentes y me gustaría, antes de retirarme, jugar en Oceanía y en África para poder ser de los pocos futbolistas que han jugado en los cinco continentes”, comenta. Sea cual sea su próximo destino desde Migrantes del Balón le deseamos mucha suerte y éxitos en un deporte que para él se ha convertido “en un estilo de vida que siempre estará conmigo, incluso cuando me retire”.