Uruguayos en el exterior
Darwin Núñez y la teoría de la evolución

La Teoría de la Evolución de Charles Darwin explica que los seres vivos han ido cambiando poco a poco a través del tiempo con modificaciones paulatinas a las que llamamos ‘evolución’, medida por la selección natural o presión selectiva, y cuya razón de ser es permitir una mejor adaptación a los contextos cambiantes.
Puede parecer que no guarde mayor relación con el fútbol, aunque más allá del juego semántico, lo cierto es que Darwin Núñez es un excelente ejemplo de esa mutación. La diferencia es que el delantero uruguayo se reinventó a sí mismo, como si se tratase por sí solo de una especie, para convertirse en un elemento diferencial en la élite.
Para una persona que ha visto la gran mayoría de partidos del artiguense a nivel profesional, su rendimiento actual en Benfica no sorprende del todo. En Peñarol, pese a sus pobres cifras productivas condicionadas por el siempre importante entorno que no lo acompañó e incluso perjudicó, Darwin ya mostraba condiciones poco habituales en el fútbol uruguayo.
Sin embargo, es innegable que su metamorfosis se ha producido de manera muy rápida. Eso sí que no era tan esperable. Lo cierto es que desde su llegada a Almería, el atacante se destapó de cara a gol y fue incorporando en tiempo récord cada vez más recursos a su juego. De forma que, ya en Benfica, domina la sexta mejor liga de Europa y también ha demostrado su nivel en competiciones internacionales.
La base física de Darwin Núñez era muy buena. Un jugador de 1.87 que tiene una agilidad asombrosa para su altura, además de una zancada veloz y potente que lo hace difícil de parar en una carrera. Fue en su llegada a Europa donde la potenció de mayor manera, de modo que ahora es una bestia en este aspecto. Fuerte, robusto, rocoso sin perder ese movimiento de piernas que lo hace ser tan útil fuera del área.
Aunque sin dudas, su mayor transformación tiene que ver con su relación con el gol. No solo por el crecimiento de sus números, sino por la forma en la que afronta ese reto. Antes, no sé si por timidez o falta de confianza, Darwin Núñez no era convincente a la hora de la definición. Por suerte, ya no queda rastro de eso. Ahora, consciente de sus capacidades, le gusta acaparar el peso ofensivo de un gigante como Benfica y lo vemos repleto de confianza en cada ataque.
Su repertorio para el remate, que ha ido perfeccionando durante el último tiempo, cada vez es más amplio. Dentro del área suele decidir bien, aunque todavía tiene margen de mejora. Fuera de ella puede sorprender con su fuerte y preciso disparo, tal y como ha demostrado en más de una ocasión. Con respecto a su juego aéreo, tiene potencial para ser de los más dominantes en el puesto. Cuenta con un salto poderoso y una técnica pulida, como vimos ante el Lech Poznan la semana pasada.
Darwin Núñez es actualmente el delantero uruguayo más completo del mundo. Las cifras hablan por sí solas (5 asistencias y 4 goles en 7 partidos), pero no hay que quedarse ahí. El atacante lo tiene todo. Es una mezcla de los componentes con los que debe contar un killer: técnica, físico, inteligencia táctica y, ahora sí, fortaleza mental.
Es un jugador con muchos registros. Dentro del área es cada vez más decisivo. Y lo mejor es que fuera lo es todavía más. Cuenta con calidad y visión de juego para asociarse, no es egoísta para dar goles en vez de hacerlos, toma buenas decisiones y se siente cómodo a muchos metros del área. Como vimos en Almería y en Benfica, no le importa retroceder lo que haga falta para entrar en contacto con el balón. Luego, posee recursos para deshacerse de rivales gracias a su fortaleza física.
Otro aspecto en los que destaca es en sus movimientos. Ya sea para apoyar o desmarcarse, Darwin desarrolló una intuición que le permite detectar la jugada en el momento justo. En este sentido, siempre vive al borde del límite. Cae en fuera de juegos milimétricos precisamente por esto. Nada que no pueda mejorar con el paso del tiempo.
Volviendo a la Teoría de la Evolución, también quiero aplicarla a la selección uruguaya. En un fútbol cambiante, en el que al delantero ya no solo se le piden goles y es necesaria su implicación en los demás registros a lo largo de los 90 minutos, una oportunidad para Darwin Núñez a corto plazo se antoja inevitable.
Primero, por lo complementario que es con los otros futbolistas llamados a ser la base en los próximos años: Federico Valverde, Rodrigo Bentancur, Brian Rodríguez, Maxi Gómez o Matías Viña; y por el inevitable paso del tiempo que hará que Luis Suárez y Edinson Cavani lleguen en el ocaso de sus carreras al Mundial de Catar. Es reinventarse o morir.
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