Grecia. Con Míchel eran felices… Y no lo sabían

A principios del mes de abril, Míchel González dimitió como entrenador de Olympiacos. El madrileño puso fin a su segunda etapa en El Pireo por desavenencias con la directiva. Llegó en septiembre y se convirtió en el tercer entrenador del equipo esta temporada, sentándose en el banquillo en 32 ocasiones (23 en liga, cinco en Copa y cuatro en Europa League) hasta el momento de su marcha. Cuando Míchel aterrizó en Grecia, Olympiacos encadenaba cuatro partidos sin ganar y contaba con siete puntos de desventaja respecto a Panathinaikos, por aquel entonces líder invicto de la Superliga griega. El español se marchó dejando al equipo tercero, pero a tan solo tres puntos del liderato. En 23 jornadas de liga, Olympiacos cosechó 16 triunfos, seis empates y tan solo una derrota.

Casi un mes después de su marcha, Olympiacos sigue tercero en la tabla pero ya ha dicho adiós a prácticamente todas sus opciones de revalidar el título. Sin Míchel, el club de El Pireo fue capaz de imponerse 3-1 al PAOK, pero después cosechó dos derrotas consecutivas ante Panathinaikos (2-0) y AEK (1-3). O lo que es lo mismo: en dos jornadas cayó derrotado más veces que en las 23 que estuvo Míchel dirigiendo desde el banquillo. Olympiacos está a nueve puntos de AEK y Panathinaikos, que colideran la tabla clasificatoria, y su máxima aspiración ahora es quedar tercero y clasificarse para la tercera ronda previa de la Europa League.

Dos Ligas y una Copa

En el total de su trayectoria, Míchel González se sentó en el banquillo de Olympiacos en 122 ocasiones. Su segunda etapa en El Pireo acabó con un sabor amargo, pero el español siempre podrá recordar con una sonrisa su primer periplo en Grecia, cuando ganó dos Ligas y una Copa que figuran, hasta ahora, como sus únicos tres títulos como entrenador. «Tengo la misma sensación que tuve como jugador en el Real Madrid: me siento en casa. He vuelto porque le tengo mucho cariño a este club», dijo Míchel cuando todavía dirigía a Olympiacos desde la banda. Un amor que, a buen seguro, aún prevalece en su corazón.